Descubrir de qué efectos y afectos somos capaces
Un texto original de Gemma Medina, coordinadora de la asociación Arte Útil, comisaria y educadora.
Imagina un proyecto artístico que, a la vez, es un sistema de reciclaje de agua de lluvia o un proceso de investigación viva para proteger los ecosistemas de los humedales de los Ríos Paraguay-Paraná. Probablemente, tu primera reacción será pensar: ¿Pero, esto es arte?
Ahora imagina unas prácticas artísticas que abandonan la idea tradicional del arte como objeto y qué traspasan los límites convencionales del lenguaje artístico. ¿Qué ocurre cuando el arte subvierte su autonomía y su supuesta neutralidad para involucrarse con lo cotidiano? ¿Y si las prácticas artísticas abandonan ese ámbito utópico que se les ha atribuido? ¿Qué pasaría si la creación y las metodologías artísticas se salen del estudio, de la galería y del museo para lidiar con problemas contemporáneos, operando desde diferentes ámbitos, combinando saberes y aprendizajes, inmersas en procesos colaborativos, en situaciones y contextos reales?
Quizá entonces tu pregunta ya no sería si esto “es arte” sino, más bien, ¿cuánto de artístico hay en este proyecto? ¿cómo podemos acercarnos a esos procesos artísticos que se sumergen en lo cotidiano —en el mundo en el que vivimos—, para plantear cuestiones sobre cómo vivimos y cómo nos gustaría vivir, recuperando nuestra capacidad como seres políticos de imaginar y accionar una sociedad posible más allá de las estructuras fijadas por el sistema neoliberal? Y sobre todo, ¿por qué es importante compartir esas prácticas?
Cuando el arte se desborda hacia otros campos, entrando en contacto con otros contextos –políticos, económicos y sociales–, el pensamiento artístico y el acto creativo se expanden a través de procesos colaborativos y de diálogo. Con ello, se despliegan toda una serie de aprendizajes, de pedagogías horizontales de intercambio y cuestionamiento que difuminan el concepto convencional del arte y nos permiten desaprender los modelos impuestos e implementar otras formas de hacer. Esto es accionar otros posibles, abriendo paso a un acercamiento crítico que no solo interroga la idea misma del arte, sino que también confronta las estructuras que rigen la sociedad en su conjunto. Es decir, se da paso a otras formas de ver el mundo y otras formas de pensar el arte, que recupera así su potencial transgresor y reflexivo, convertido en herramienta capaz de accionar la transformación social.
"Cuando el arte se desborda hacia otros campos, entrando en contacto con otros contextos –políticos, económicos y sociales–, el pensamiento artístico y el acto creativo se expanden a través de procesos colaborativos y de diálogo. Con ello, se despliegan toda una serie de aprendizajes, de pedagogías horizontales de intercambio y cuestionamiento que difuminan el concepto convencional del arte y nos permiten desaprender los modelos impuestos e implementar otras formas de hacer"
Sin embargo, a pesar de que este tipo de prácticas han estado presentes a lo largo de la historia y han cobrado especial importancia en el Siglo XX, alcanzando incluso reconocimiento y visibilidad desde algunas instituciones museísticas durante la última década, todavía son percibidas como espacios no legítimos. Por su propia naturaleza alejada de la producción de objetos, porque no se adscriben al discurso decimonónico y difícilmente quedan enmarcadas en la estructura neoliberal, aún permanecen relegadas y desconocidas para la gran mayoría.
Quizá la dificultad sea precisamente aceptar la necesidad de cambiar el paradigma que define al arte contemporáneo. Esta cuestión exige una revisión de la Historia del Arte para abrir caminos a múltiples narrativas. Pero también desarrollar una labor pedagógica en torno a estas prácticas. Porque para compartir y expandir estos procesos reflexivos, dentro y fuera del ámbito cultural, no podemos remitirnos a los modelos convencionales. No se trata de buscar respuestas unificadoras y normativas, sino de dejar espacio a la formulación de nuevas preguntas.
Ello requiere un compromiso conjunto. Por una parte, reclamar su espacio de visibilidad y recursos dentro de la institución artística sin intentar convertirlas en objetos de exposición, respetando el carácter de estos proyectos. Y por otra, acercar estas prácticas a públicos no especializados en arte, más allá de los muros del museo, llegando a los barrios, a las asociaciones cívicas, a los hospitales, a las comunidades que habitan los humedales, allá donde puedan ser útiles.
"Quizá la dificultad sea precisamente aceptar la necesidad de cambiar el paradigma que define al arte contemporáneo. Esta cuestión exige una revisión de la Historia del Arte para abrir caminos a múltiples narrativas. Pero también desarrollar una labor pedagógica en torno a estas prácticas"
Al igual que Concomitentes, existen diversos proyectos y plataformas que además de apoyar y visibilizar estas prácticas, están desarrollando una importante labor pedagógica. Desde aquí me gustaría mencionar tres ejemplos muy distintos: Primal con su programa SHARE, Casa Río-Lab y la Asociación de Arte Útil, de la que formo parte. Los tres comparten el deseo por expandir el pensamiento artístico a otros ámbitos, de acercar el potencial de cuestionamiento del arte a la calle y de accionar otras formas de hacer desde lo local, lo regional y lo internacional.
En Primal afirman que "el motor principal de las actividades creativas es construir relaciones, dialogar y compartir aprendizajes a través de la experiencia y la reflexión”. Este agente transdisciplinar, ubicado en Iztacalco (Ciudad de México), fue fundado en 2006 por Paola Sánchez, Héctor Juárez y Oscar Juárez, y se ha convertido en un catalizador de encuentros comunes, de acción y reflexión para promover el conocimiento, la difusión y la conservación de los legados naturales y culturales de la ciudad. Para ello, desde 2012 desarrollan un programa cultural denominado SHARE: una plataforma-estudio que acoge y da espacio a diferentes proyectos-nodos que conectan la naturaleza, el arte, el entorno de la ciudad, la comunidad, las lenguas, el alimento y la cultura.
El estudio de Primal provee a SHARE de una infraestructura con diversas áreas para la captación pluvial, la cosecha de energía solar, la agricultura, un jardín botánico, un archivo humanizado y una bóveda digital. Este equipamiento generalmente se asocia a otras disciplinas pero en SHARE se aprovecha para la gestión de nuevas formas de conocimiento a través de un espacio para residencias artísticas, ciclos audiovisuales y food performance. Esta última se refiere a una huerta para la comunidad que abastece desayunos abiertos al barrio semanalmente como plataforma de aprendizaje práctico sobre el legado cultural, el origen, transformación y consumo de los alimentos, y como laboratorio abierto para la investigación artística (“Food is free”); una biblioteca transdisciplinar, conformada por libros, especímenes y semillas ("Fermento"); y un sistema adaptable de tratamiento potabilizador de agua pluvial que abastece a la comunidad mediante un aparato estético conformado por la reutilización de envases de vidrio y que plantea un diálogo sobre el agua como recurso ante la dificultad creciente de acceso al agua potable en diferentes contextos de la ciudad de México (denominado “754 mm”). Los proyectos de Primal y de las artistas en residencia, con sus respectivos aprendizajes, se comparten desde el estudio y por la ciudad a través de intervenciones artísticas en el espacio urbano.
Por su parte, Casa Rio-Lab esta situada en Punta Lara (provincia de Buenos Aires, Argentina), en la boca del estuario del Río de la Plata. Es una organización independiente que acerca las prácticas socialmente comprometidas a las diferentes comunidades que habitan esa enorme cuenca hidrográfica y conectan estética, activismo medioambiental y organización comunitaria. A través de los ejes transversales arte, medio ambiente, conocimiento científico, acercamiento sensible y saber local, Casa Río activa procesos de aprendizaje colectivo. Definiéndose como un centro de articulación bioregional, comparte y desarrolla acciones conjuntas con otras organizaciones de la Cuenca del Plata ante la amenaza de estos territorios frente a los conflictos ambientales y geopolíticos que afectan a la zona y el avance de los sistemas extractivos.
El equipo de Casa Rio-Lab coproduce investigaciones que involucran a equipos multidisciplinares con profesionales de diferentes campos, artistas y habitantes de las zonas afectadas, para compartir experiencias y prácticas que generan capacidades para promover el desarrollo conjunto de las zonas en cuestión. Además, esto permite experimentar nuevas formas de pensar el territorio y diseñar las políticas públicas en la planificación de uso de las zonas costeras. Especialmente para que se consideren y se respeten los ecosistemas existentes, los usos, costumbres y deseos de las comunidades que las habitan.
Y lo hacen desde la metodología de la investigación-acción artística, con ejercicios basados en la observación, el diálogo, reflexión e investigación participativa con las se articulan redes de colaboración. Estos ejercicios casi siempre comienzan con las preguntas: “¿Quién diseña los territorios? ¿Para quién los diseña?”. Lo que nos permite cuestionar nuestra relación con el espacio que habitamos y el papel que ejercemos en su transformación. Como centro de investigación, Casa Río también cuenta con un espacio de residencia artística y un archivo especializado en las prácticas artísticas socialmente comprometidas. Este fondo documental ofrece además acceso al archivo de la organización artística -ambiental Ala Plástica (1991-2016), una de las pioneras de la práctica social en Latinoamérica. En la actualidad, Casa Río desarrolla dos iniciativas fundamentales: Territorios de Colaboración, una red transnacional para la preservación de los humedales en el Delta del Paraná, que activa la metodología de la investigación artística para producir informes “vivos” con todo tipo de registros contextuales que evidencien la situación real de estas zonas amenazadas. Por su parte, Arte en escala bioregional plantea propuestas expositivas para dar visibilidad a estas prácticas dentro del ámbito artístico, vinculando proyectos artísticos medioambientales en diálogo desde diferentes geografías conectando las problemáticas locales y globales que nos afectan.
"El arte útil, como su nombre indica, plantea el arte como herramienta para la transformación social sobrepasando el campo de la representación para afectar a la realidad. La asociación homónima es una para-institución que se compone de instituciones e individuos que comparten el objetivo de promover el Arte Útil, la práctica social y el uso del archivo, dentro y fuera del ámbito institucional"
El arte útil, como su nombre indica, plantea el arte como herramienta para la transformación social sobrepasando el campo de la representación para afectar a la realidad. La asociación homónima es una para-institución que se compone de instituciones e individuos que comparten el objetivo de promover el Arte Útil, la práctica social y el uso del archivo, dentro y fuera del ámbito institucional. El corazón del proyecto es el Archivo de Arte Útil, un dispositivo nómada, una herramienta en línea y de libre acceso, que continúa creciendo y evolucionando con la recepción de nuevos proyectos. En la actualidad contiene aproximadamente 300 casos de estudio, con ejemplos concretos en los que artistas-iniciadores y comunidades-usuarias han activado estrategias colectivas para lidiar con problemáticas locales desde finales del Siglo XIX y hasta el presente, implementando opciones alternativas a las estructuras que rigen la sociedad.
El archivo fue inicialmente compilado para ser la piedra angular de la exposición “El Museo de Arte Útil” en 2013 (Van Abbemuseum, Eindhoven, PB) y como herramienta que abre paso a una historia del arte paralela, trazando el recorrido de estas prácticas como movimiento artístico a través de la historia. Con ello se continuaba con la investigación que la artista Tania Bruguera había desarrollado durante una década en torno al concepto de Arte Útil.
Esta investigación se articuló colectivamente a través de un proceso continuo de debate y cuestionamiento entre la artista, varios museos, un equipo de investigadores del que formé parte, un “comité de expertos” (artistas, comisarios y teóricos vinculados a estas prácticas desde diferentes continentes) y una convocatoria internacional de proyectos. Partíamos del deseo conjunto de interrogar el papel del arte y de las instituciones artísticas en el Siglo XXI, reflexionar sobre la condición de autor y de espectador, así como lograr espacio de análisis para evidenciar la capacidad del arte de afectar y transformar la realidad que nos rodea.
Tras la exposición, era evidente que el archivo tenía que salir del museo para desplegar su potencial de uso, abrir y expandir estas cuestiones a otras voces, ser accionado en otros foros para acercar estas prácticas y su capacidad inspiradora a espacios no formales donde podrían servir también como herramienta para la acción artística, social y política. Con cada activación del archivo se ha ido articulando una red de comunidades y de usuarios a través de la plataforma de la Asociación de Arte Útil. Es un archivo y una investigación que permanece viva a través de las interacciones generadas, tanto por sus miembros como por colectivos independientes que se apropian del archivo. En mi caso, el proyecto Broadcasting the Archive (2015-2018) del que fui co-comisaria junto a Alessandra Saviotti, nos permitió compartir y emancipar el uso de este repositorio de estrategias artísticas, dentro y fuera del ámbito cultural, en diferentes lugares de Europa y Norte América, generando una metodología pedagógica que aplica la idea del arte útil a través de actividades, recorridos urbanos, talleres y módulos educativos basados en el uso del archivo. En un proceso de colaboración y diálogo con artistas, museos y colectivos locales, conectamos algunas de las problemáticas más urgentes de cada lugar con las estrategias que el Arte Útil ha implementado. Escuchamos la voz de iniciativas comunitarias, invitamos a los artistas iniciadores de los casos de estudio del archivo a unirse a esas conversaciones y visitamos organizaciones activas en el ámbito local vinculadas a los temas en cuestión. Sin embargo, la continuidad posterior de aquellos intercambios dependía del compromiso de las organizaciones y personas implicadas subrayando, en muchos casos, la falta de recursos y de apoyo institucional. Pero tal y como el arte útil se expande de forma autónoma, así lo hace su potencial inspirador.
Ejemplos como las Oficinas de Arte Útil (espacios autogestionados que ocupan desde museos a locales comunitarios), la Escuela de Arte Útil (un proyecto educativo y artístico que se apropia de la galería del museo), y algunas infiltraciones directas en el ámbito académico, a través de talleres, seminarios y diferentes colaboraciones con programas universitarios como el Máster Internacional Artista-Educador (iMAE) de ArtEZ (Arnhem) o el Uses of Art Lab en la Universidad John Moore (Liverpool), son solo algunas de las líneas de uso que se han desarrollado por el momento tanto desde la asociación como de forma autónoma. El archivo ha servido como catalizador del debate, repositorio de estrategias, recurso educativo y de investigación, así como objeto para el cuestionamiento, tanto para instituciones artísticas como para organizaciones independientes, colectivos e individuos desde los ámbitos más diversos. En un texto llamado “Elementos para una cartografía de lo grupal”, Peter Pál Pelbart reflexionaba sobre las teorías de Deleuze y de Guatari afirmando: Somos, pues, un grado de potencia, definido por nuestro poder de afectar y ser afectados. Pero jamás sabemos de antemano cuál es nuestra potencia, de qué afectos somos capaces. Es siempre una cuestión experimental.
Como demuestran estos tres ejemplos, las prácticas artísticas socialmente comprometidas devienen en tiempo y espacio de cruce, de contacto, de aprendizaje, de interacción entre diferentes personas y subjetividades, generando efectos y afectos que activan ese necesario “grado de potencia” que nos define. Tras un periodo en el que hemos aprendido a mantener la distancia, es importante recordar lo que podemos hacer si nos reencontramos. Porque en el día a día, olvidamos que somos seres políticos con capacidad para elegir y transformar nuestras formas de vida y que el arte puede ser una herramienta transversal para facilitar este proceso.
Para descargar el artículo en PDF presiona aquí.
--
Referencias:
Tania Bruguera, Introducción al arte útil, Abril 2011
Stephen Wright: Towards a lexicon of Usership, Van Abbemuseum 2013
www.arte-util.org, Para conocer más sobre el archivo y la Asociación de Arte Útil
El museo de Arte Útil, sobre la exposición en el Van Abbemuseum
archivo arte útil: Nouveaux Commanditaires
Broadcasting the archive, en esta página aparecen todas las actividades e interacciones del proyecto
Casa Rio Lab: https://www.casariolab.art/ y también https://territorios.casariolab.art/
Primal: https://primal.mx y https://local.mx/ciudad-de-mexico/arquitectura/primal-studio/
Oficina Arte Útil de SALT: https://www.arte-util.org/studies/office-of-useful-art-at-salt-galata/