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“Lograr que la diversidad funcional tenga un espacio de encuentro y fiesta en la sociedad”

El punto de partida de este proyecto arranca desde el deseo común que expresan dos activistas, Antonio Centeno y María Oliver de la OVI-Oficina por la Vida Independiente, para que la diversidad funcional tenga un espacio de encuentro y fiesta para "bailar" junto a las distintas comunidades afectivas e invisibilizadas de la ciudad y "mover" las discriminaciones que nos separan. Un deseo que es a la vez una necesidad puesto que los avances hacia la igualdad social todavía están lejos de alcanzarse.

Conscientes de los importantes proyectos audiovisuales vinculados con la diversidad funcional realizados por los dos comitentes junto a los miembros de la OVI-Oficina por la Vida Independiente y otros participantes, el Diversorium quiere explorar el significado cultural y social de la diferencia a través del desarrollo de nuevas formas de cooperación, relación y conexión entre todas las personas.

¿Pero, cómo podemos aceptar los cuerpos fuera de la norma superando las miradas punitivas que consideran solo los cuerpos "sanos" y "bellos"? ¿De qué modo podemos detener estos mecanismos inquisitorios y operar desde la proximidad? ¿Cómo podríamos ocuparnos de los prejuicios en vez de quedarnos secuestrados en ellos? ¿Dónde podrían ocurrir estas transformaciones?

A través de una serie de programas públicos híbridos que combinan charla, cabaret, comida, performance, música y baile, con momentos de detenimiento y goce donde aprender y desaprender las múltiples posibilidades de ser y poder ser, el proyecto Diversorium, así como la obra de arte que ha culminado de este proceso, fomentan procesos de transversalidad e intersección entre los participantes, generando conocimiento y diálogo de las diversidades.

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