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“Activar un proceso dialógico para asegurar una transición ecológica sostenible”

La comarca de La Sobarriba está situada a escasos kilómetros de la ciudad de León y la conforman, principalmente, los 20 pueblos y 2 agrupaciones de casas que forman parte del municipio de Valdefresno. Su paisaje está formado por suaves cerros de secano, y está atravesada por el Camino de Santiago y situada entre los ríos Porma, Bernesga y Torío. En este contexto nace Narrativas Solares, que aúna el deseo de algunas vecinas y vecinos que habitan La Sobarriba por hacer visible la problemática y las contradicciones, tanto eco-sociales como a nivel personal y emocional, que surgen en su territorio con la instalación de una macro-planta solar.

Este hecho, que a priori supone un gran avance hacia la descarbonización supone para muchos de ellos, -que llevan años luchando desde el activismo eco-social, la universidad y la defensa de las ruralidades-, un secuestro de sus relatos ecologistas por parte de las grandes empresas energéticas.

Estas personas, que comienzan a organizarse en la Plataforma en Defensa de La Sobarriba, piensan que asumir en este territorio un proyecto extractivista tan sobredimensionado es repetir un modelo de colonización energética que ya se ha dado muchas veces en la provincia leonesa con el pantano de Riaño, las minas subterráneas y a cielo abierto de los valles de Laciana o El Bierzo o con la planta térmica de La Robla.

Así, la concomitancia activará un proceso dialógico con el vecindario y el ecosistema para que las afecciones a los hábitats y al paisaje que todas disfrutan en sus paseos sean lo más leves posible, que los agricultores no se sientan expulsados de las tierras que trabajan y que son su sustento y que los impactos sobre la actividad cinegética sean mínimos para que sus viviendas se desvaloricen lo mínimo posible.

Para establecer este diálogo con el resto de la sociedad desean ser entendidas en toda la complejidad de su pensamiento y lugar en el mundo. Desde el relato de los tiempos rurales densos, lentos, estacionales y de cuidados que aún siguen perdurando frente al tiempo presente que impone la tiranía de lo inmediato, lo breve y lo rápido. Detenerse para mirar y mirarnos. Parar, para percibir todo lo que ya está sucediendo, y curar desde una red de amparo y sujeción.

Y en este curar desean contarse desde lo humano y lo no humano: desde las personas, los lugares, los edificios, los relatos, las plazas, los suministros o las liturgias. Eso que se ha dado en llamar territorio y que muchas veces se homogeiniza, convirtiéndolo en paisaje con el objetivo de perder su singularidad.

Recreando y re-imaginando el relato de la celebración que es vivir, con todas sus contradicciones, en territorios rurales como la Sobarriba. Uniendo el “hacer” con el “pensar”, lo “científico” con lo “mágico”, utilizando lo sensorial y emocional como la herramienta que nos sirva tanto para la observación de la realidad como para la descripción y el rediseño de estas nuevas narrativas.

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