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Reflexion 01.03.2021

Otras Maneras

Por Gloria G. Durán



Cada vez que tratamos de pensar los proyectos, procesos o prácticas artísticas socialmente comprometidas entramos en una rica reflexión que suele conducirnos a la imposibilidad de una única respuesta. He de decir que esto es precisamente lo que hace que estas prácticas resulten tan fascinantes y complejas. Es obvio que los cuatro proyectos que se están desarrollando en Concomitentes son así, tan fascinantes como complejos, interesantes y abiertos a infinitas posibilidades. Cada cual busca incidir de un modo nuevo, con una nueva imaginación política, con un abanico de propuestas imprevistas, en unos territorios y contextos donde se propuso trabajar. De hecho una concomitancia es la coincidencia deliberada o casual de dos o más factores en la producción de un efecto. En este caso el encuentro de la sociedad civil y los artistas unidos deliberadamente para provocar un cambio o inventar nuevas maneras de hacer.

Las cuatro concomitancias, en la Biblioteca de Bellas Artes de la UCM, en la UCI Pediátrica de Santa Cruz de Tenerife, en Legado Cuidado en Betanzos, y Diversorium en Barcelona buscan de modo “deliberado” esta coincidencia. Buscan actualizar los modos de hacer y usar una biblioteca universitaria; dilucidar cómo las prácticas artísticas pueden ayudar a gestionar las emociones de unos niños en situación de trauma; resignificar y poner en valor el parque enciclopédico en la comarca gallega de Betanzos; o avanzar hacia la justicia social en la integración de la diversidad. Unos fines claros que han activado el encuentro de agentes implicados con artistas. Unos encuentros que plantean preguntas y ofrecen posibilidades diversas de acción, tanteo y organización.

Todos estos tanteos llevan aparejados el tránsito de lo estrictamente social a lo artístico y viceversa. Por eso quiero traer a colación dos proyectos que se plantean estas cuestiones desde su mismo título. Uno es de Ian Nesbitt, quien presenta su proyecto New Ways, como una suerte de búsqueda, una peregrinación en la que va encontrándose con gentes de diversos pueblos del sur de Inglaterra preguntándose por ese lazo social que parece haberse perdido y por ideas frescas para afrontar los retos para un nuevo mundo. Asegura que nos falta imaginación política y que, pensando juntas, quizá lleguemos a esos “nuevos modos”. Camina siguiendo un mapa medieval que añade una capa de simbolismo más a su ser artístico.

"Su objetivo artístico es generar una comunidad, colaborar, conectar, conversar en un encuentro que vaya creciendo. Un artista conector hacia el encuentro de posibles respuestas. En la foto aparece con su bastón báculo y su enorme cartel Another Future, se lee. Otro futuro. Un libro remata el proyecto, un libro donde vuelca aquello que fue descubriendo y la comunidad flotante que va conformando"
Gloria G. Durán

Si Claire Bishop hablara de esta práctica quizá se fijaría en ese libro, ese producto cultural. Si fuera Grant Kester se fijaría en la condición de esa conversación que, aunque se produce, no llega a tramarse, no llega a generar un verdadero estar juntos. La cuestión es si realmente se precisa, o no, tramarse social y políticamente. Para algunos teóricos nombrarse como prácticas colaborativas implica que debe haber una trama que, de algún modo, haga que las iniciativas propuestas por artistas sigan una deriva vital en el territorio en cuestión. Para otros con tal de respetar el valor simbólico de la acción artística sería suficiente. Los proyectos de Concomitentes tienen una gran ventaja ya que surgen desde una comunidad que ya está tramada con el territorio en el que se opera. Se inventan nuevas maneras desde y a partir de los agentes ya involucrados. La cuestión paradójica, e interesante, sería si se precisa, o no, de la figura de una artista profesional para dar ideas de cara a encarar la solución de un proceso de largo recorrido en una acción común.
Para ilustrar esta paradoja consustancial a estas prácticas voy a fijarme ahora en un personaje que solemos olvidar y que es, para mi, fundacional y fundamental. Me refiero a Allan Kaprow quien se ha convertido en una suerte de figura aurática para toda la generación que se formó bajo la influencia de Mapping the Terrain, New Genre Public Art (1995), esa colección de ensayos editados por Susanne Lacy que quiso exactamente eso, dar cuenta de esos modos de hacer arte que estaban teniendo lugar desde hacía décadas fuera de la institución y que, intencionalmente, situaban sus proyectos y sus procesos entre la ética y la estética, entre lo social y lo eminentemente artístico, entre la experimentación radical y el activismo.

"Allan Kaprow aprovechó este libro, para reflexionar, veinticinco años después, sobre un proyecto que desarrolló en Berkeley entre 1968 y 1970. Su ensayo titulado 'Making other ways: success and failure when art changes' enmarca de modo magistral los problemas inherentes a estas prácticas, esos problemas que quizá no necesiten ser resueltos"
Gloria G. Durán

“Making other ways” buscó incidir en la alfabetización de la población marginal de la Bay Area, a través de medios artísticos y pensar el futuro de la educación, pero no de la artística, sino de la educación en general. Haciendo tándem con Herbert Kohl y provistos de una beca de la Carnegie Corporation se propusieron desarrollar un experimento educativo que posicionara al arte en el centro de un trabajo diario en el distrito escolar de Berkeley. En el ensayo, Kaprow reflexiona sobre su proyecto que fue un experimento social en su día y que, una vez incorporado al discurso artístico un cuarto de siglo más tarde, podría ser estudiado como arte. Arranca su análisis reconociendo que su experimento quiso mejorar la alfabetización con los medios que él conocía, los del arte, y por eso se inspiró en lo que los artistas andaban haciendo en esa década de los años sesenta. Se fijó en los Gutai, experimentadores de la performance en Japón, en los Happening (que él mismo estaba conceptualizando), los nuevos realismos, los fluxus, la música ruidista, la poesía azarosa, el teatro vida, las acciones encontradas, los body works, earthworks, el arte conceptual y una larga lista de etcéteras. Todos los jóvenes que llegaron a su proyecto como “incapaces de alfabetizarse”, en su mayoría afroamericanos e hispanos, lograron, tras dos años de ejercicios prácticos de los más artistizados, leer y escribir un poquito mejor.

Las reglas del arte de aquellos años sesenta no asimilaron su experimento como arte, pero Kaprow y Kohl sí sentaron el precedente para afirmar que los terrenos artísticos más experimentales, esos que quisieron fundirse con la vida, alimentaron estas prácticas inicialmente. A la postre facilitaron el camino hacia su institucionalización pavimentando el giro social. Cuando en 1995 Kaprow tuvo la oportunidad de reflexionar sobre el proyecto en aquel libro de arte, se pregunta si esa acción ¿se convierte por este hecho en arte? Es más, en tal caso, ¿se trata de arte bueno o es arte malo? Para quien la ambigüedad del arte es su más preciada característica, esa inasibilidad, esa imposibilidad de ser reducida a concepto, le anima a pensar que tal experimento, que hizo equilibrios en la fina línea entre el arte y lo social, podría ser buen arte.

Y volviendo al punto donde comenzamos, está claro que esta imposibilidad de ser reducida a concepto, estas preguntas abiertas sin clara respuesta que enmarcaron los laboratorios de Concomitentes y los propios proyectos hacen que podamos pensar que vamos por buen camino. Podrían pensarse como laboratorio, lugares donde se prototipan posibles modelos de trabajo futuro, donde, de alguna manera, se inventan futuros. Lugares donde desarrollar propuestas sin finalidad, que puedan retar a la mente, que generen más preguntas, que activen nuestra imaginación para buscar nuevos modelos. Los New Ways de Nesbitt y los Other Ways de Karpow: dos ejemplos distanciados por sesenta años. Dos artistas que titulan de un modo muy parecido sus prácticas. Otras maneras de hacer que siempre transitarán ambigüedades, posibilidades, paradojas y finales muy abiertos para que otros busquen other ways y new ways, una vez más, de ida y vuelta. Unas idas y vueltas que creo que cada uno de los cuatro proyectos se merecen no solo pavimentar sino seguir y continuar.

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