×
Compartir
Entrevista 19.05.2021

“Lo importante es el lugar de encuentro que posibilita esta biblioteca”

Julia Morandeira, mediadora del proyecto de la Biblioteca de la Facultad de Bellas Artes, y nos cuenta cómo ha sido su experiencia en este proyecto.



La labor del mediador vertebra, atraviesa y determina todo el proyecto de Concomitentes. Como explica literalmente el protocolo de Francois Hers “El mediador organiza la cooperación. Aporta los conocimientos necesarios en la elección del medio y del artista, así como las competencias que aseguran la producción de la obra velando, tanto por las exigencias del encargo, como las de la creación”. Julia Morandeira Arrizabalaga es la mediadora del proyecto de la Biblioteca de la Facultad de Bellas Artes, nuestra concomitancia de Madrid, y nos cuenta en esta entrevista cómo ha sido la experiencia y proceso desempeñando esta labor.

¿Cómo te conviertes en mediadora de Concomitentes?

La concomitancia de la Biblioteca de la Facultad de Bellas Artes se inicia antes de Concomitentes, cuando Javier Pérez-Iglesias, el director de la biblioteca, se entera de que el proyecto se empieza a articular en el contexto español,  en concreto, en el madrileño. Ahí se acerca con la voluntad, con la iniciativa, de querer proponer la biblioteca como un lugar para formular un encargo.

¿Con qué objetivo inicial se empieza a trabajar?

Su primera intención era trabajar la ordenación de  la biblioteca, él sentía que, a pesar de todos los gestos activados, con toda una serie de programas, de actividades y de acciones que están buscando abrir la biblioteca a otras formas de hacer, seguía existiendo un problema dentro de la propia estructura de la biblioteca. Una estructura espacial de cómo se ordenan los espacios, cómo se ordenan los cuerpos que usan esos espacios y también los propios contenidos, la clasificación de los libros, los documentos  y los materiales. La sensación que había era de que la biblioteca no estaba respondiendo a unos usos, a unas formas de hacer y de estar en ese espacio que fueran actuales, o que incluso, que pudiera haber formas futuras de hacer y de estar en la biblioteca.

¿Qué metodologías de mediación activas en esta fase inicial?

Activamos estrategias de mediación centradas en un reconocimiento del espacio físico y también de todos los procesos, experiencias, personas que habitan y que hacen ese espacio con su hacer. Una de las primeras cosas que empezamos a hacer fue hablar con todas las personas implicadas en ese reconocimiento, poniendo en marcha una forma de escucha activa de todos estos procesos, con todas estas personas y experiencias que dan forma y construyen la biblioteca. Por otra parte, también hicimos un reconocimiento del espacio en el que intentamos trabajar desde una percepción somática, desde el cuerpo, desde lo coreográfico. Cómo son los cuerpos que se mueven en esta biblioteca, qué gestos reproducen y hacen, qué gestos se codifican en este espacio cultural, qué coreografías colectivas, pero también individuales, se dibujan en este espacio y, por último, trabajamos la capacidad de imaginación especulativa. Si estamos pensando en cómo los haceres del presente pueden repercutir en la forma en la que hacemos biblioteca en un futuro, qué tipo de biblioteca queremos que hereden estas generaciones posteriores.

¿En qué os inspiráis para activar este proceso?

Esto son metodologías que vienen del feminismo de los años 70, que se han desarrollado al calor de abrir otras formas de imaginación política para no quedarnos bloqueadas y anquilosadas en un presente que, muchas veces, se pinta como que no tiene otra alternativa. Eso nos permite pensar de una manera situada en lo que estamos haciendo ahora y hacernos responsables y co responsables de las consecuencias a futuro.

¿Qué activáis después de esta fase inicial?

Después de esta primera fase, nos dimos cuenta de que la biblioteca es un organismo colectivo, poroso y muy abierto, muy grande. El grupo que estábamos trabajando de comitentes, Javier Pérez-Iglesias y Amelia Valverde, y colaboradores cercanos como profesores, estudiantes o trabajadores que también habitan la biblioteca, nos dimos cuenta de que esa idea de la biblioteca era mucho más amplia y necesitábamos generar un dispositivo de mediación que nos permitiera colectivizar la formulación del encargo. Es ahí cuando trabajamos en la construcción del Ranganathan, un grupo de estudio y de trabajo centrado en cómo podemos pensar de manera colectiva la biblioteca tomando como punto de partida la biblioteca de la Facultad de Bellas Artes, pero irradiando a otras bibliotecas, a otras formas de hacer la biblioteca, usar y estar en este espacio. En definitiva, empezamos a generar todo un dispositivo, mucho más rico que complejizó también ese pensar conjunto de qué es la biblioteca hoy, qué queremos que sea y qué puede ser. 

¿De dónde proviene el nombre del grupo?

Tomamos la figura de Ranganathan como nombre, pero también como fuerza de inspiración para el proyecto. Ranganathan fue un bibliotecario indio que, a principios y durante la segunda mitad del S.XX, desarrolló una gran labor dentro del campo de la biblioteconomía, de hecho sus cinco leyes todavía son las que articulan y ordenan gran parte de las bibliotecas a nivel internacional. Apoyándonos en su figura queríamos hacer un gesto de reconocimiento a legados no occidentales, en el mundo de la biblioteca, que no olvidemos está vinculado con la idea del archivo que tiene un origen profundamente colonial. Además tomamos las cinco leyes de biblioteconomía de Ranganathan y nos las adaptamos a nuestro proyecto como una suerte de guía que vendría también a poner orden en diferentes horizontes, tanto de acción como de pensamiento.

¿Qué siguientes pasos se activan después de esta etapa de inspiración y encuentro?

Otro elemento extremadamente importante para la mediación, fue trabajar con Sagrado Nova, un facilitador y diseñador de servicios con el que trabajamos en diferentes estrategias y espacios de co-creación. Es decir, si entendemos la biblioteca como un lugar en el que hay diferentes puntos de contacto con usuarios y como esos usos son los que conforman esa biblioteca como lugar de servicios, ¿cómo podemos pensar, a través de esos servicios, también en cómo reformular la biblioteca? El trabajo de Sagrado fue crucial en este proceso, para facilitar los debates, las conversaciones, las preguntas, sobre todo llevarlo o diseñar diferentes talleres que posibilitaron llegar a una serie de conclusiones que nos han permitido entender el encargo de una manera completamente diferente de cómo iniciamos.

¿Cuáles son las conclusiones de este proceso de mediación?

La principal conclusión que extraemos de todo este proceso rico, denso y granado de la mediación ha sido esa primera intención que se centraba en intervenir la estructura y el orden espacial y de los contenidos en la biblioteca, era una posición muy limitante y limitadora. Nos encaminaba a querer corregir la biblioteca, a querer repararla, a querer cambiarla desde un lugar físico y material. De lo que nos dimos cuenta es que, a pesar de las limitaciones estructurales de la biblioteca, lo importante es lo que hace la biblioteca, una suerte como de compendio de haceres y saberes. El lugar de  encuentro que posibilita esta biblioteca, con ideas, con libros, encuentros, con una misma, encuentros con unos procesos de lectura diferente. Encuentros con unas formas de entender la biblioteca, la colección, el acerbo, el conocimiento, el saber, la experiencia... Pero, sobre todo, en las discusiones que se abren aquí. Ese encuentro, con esa potencialidad, que no está suscrito ni restringido exclusivamente al espacio físico de la biblioteca o a ese orden que tiene la biblioteca en sí, sino que realmente lo que queremos hacer con este proyecto es subrayar esa potencia de esta biblioteca.

¿Cómo definirías esa potencia?

Es una potencia que puede además a activarse o actualizarse en este espacio de la facultad o en otras bibliotecas, entendemos que los aprendizajes que hemos producido a través de esta experiencia, vienen a subrayar esa capacidad de encuentro y esa especificidad de formas de hacer de esta biblioteca, pero que vienen a ser una  celebración y una activación de esos encuentros en un espacio más allá de esta propia biblioteca.

¿Cómo trasladar estas conclusiones a un encargo?

El encargo viene a formularse de la siguiente manera: Cómo podemos generar una intervención, cómo podemos imaginar una intervención artística, que dé cuenta de esta capacidad de encuentro, de este hacer bibliotecario singular que se da en esta biblioteca, pero que también emerge en otras bibliotecas e incluso en otros espacios que no nombramos como biblioteca, pero que, de alguna manera, respiran y activan esas formas hacer, permiten esos encuentros, y que esas potencias de saberes y experiencias se den. Por lo tanto, ahora, el encargo opera en un nivel más lleno de posibilidad, la forma en la que hemos articulado el encargo es un lugar en el que imaginar intervenciones que transmitan, que comuniquen y que celebren y activen esta idea de biblioteca y esta forma de hacer biblioteca.

¿Cómo, a raíz de esta mediación y encargo, eliges la figura del artista?

Teniendo en cuenta cómo se ha articulado el encargo, pensé en cómo a partir del lenguaje escultórico podríamos dar cuenta o podríamos activar una biblioteca, no entendida ya solamente como espacio físico, sino como unas formas de hacer. Ahí pienso en Iván Argote, artista afincado en París, de origen colombiano, cuyo trabajo escultórico revela mucho de formas de hacer, en el que intenta convocar una colectividad. El trabajo de Iván está muy relacionado con su práctica escultórica y en el lenguaje que él desarrolla existe una preocupación central que palpita y tensiona la forma en la que luego sus proyectos se formalizan, que tiene que ver con cómo vivimos juntos, cómo podemos vivir juntos de otra manera, cómo son esas formas de estar juntos y juntas, con sus tensiones, con los conflictos, con los consensos y con las ternuras con las violencias.

Artista muy completo y con muchas facetas…

Otro aspecto fundamental del trabajo de Iván Argote es su relación con el lenguaje, de un tiempo a esta parte, mucho de su trabajo ha venido incorporando formas de escribir, el lenguaje en la ciudad, en los cuerpos, en espacios públicos. Un lenguaje que bebe mucho de lo poético, de un lenguaje que no es transparente, jurídico, sino que su interpretación y lectura convoca muchas imágenes, formas de interpretación que no son únicas sino múltiples. Por otra parte, no solamente esta capacidad poética, sino también inventiva, esa capacidad de inventar nuevas palabras para llenarlas de nuevos significados.

De todas estas ideas de por qué Iván Argote responde y es tan adecuado para este encargo, ¿cuál destacarías?

Iván Argote es idóneo para trabajar en el contexto de este encargo por la sensibilidad formal que tiene para generar intervenciones espaciales en torno a la colectividad, en torno a lo comunal y relacionar esto con una capacidad expresiva del lenguaje.

¿Cómo han reaccionado los comitentes a esta selección del artista?

La reacción de los comitentes a la elección de Iván fue excepcional desde el primer momento. Es verdad que Iván es una persona que tiene una calidad humana y capacidad de escucha, de generosidad, para con las personas y los contextos en los que se inscriben, excepcional. Iván también ha trabajado mucho en procesos colectivos, sus trabajos beben de experiencias que reflejan esos procesos y también ha estado vinculado a otras formas de educación con niños, con adolescentes, que imprimen formas de relacionarte con contextos como, por ejemplo, el de una concomitancia, en el que la ciudadanía encarga una obra de arte.

¿Cómo ha sido la gestión un poco más política con el entorno de la universidad, que también forma parte de tu labor de mediadora?

Una de las particularidades del proyecto de Concomitentes es que abarca diferentes temporalidades y diferentes procesos, de trabajo, conversación y mediación, y que hay que ir también simultaneando. Por tanto, las gestiones con las diferentes autoridades que gobiernan los espacios que ahora estamos investigando, para poder intervenir o imaginar ahí la instalación de la obra de Iván, han ido en paralelo también al proceso de  mediación. Ahora estamos pensando en que la intervención, como una forma de celebrar la biblioteca, puede de hecho surgir y estar en cualquier otro contexto, que no sea exclusivamente el de origen. Nos estamos abriendo, de manera siempre respetuosa y de escucha, de cuáles son las necesidades, los requisitos, las obligaciones de cada espacio en todo este proceso de conversación.