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Entrevista 14.04.2021

“Lo conectado con el arte es parte del tratamiento”

Os compartimos la entrevista con dos de los cinco comitentes de UCI Pediátrica, Lili Quintero y Quique Chinea.



Después de los aplausos puntuales a las 20 hrs (19 hrs en Canarias) a todo el personal sanitario en pleno confinamiento, llega la calma. En los hospitales, y las UCI Pediátricas, en concreto la del Hospital Nuestra Señora de la Candelaria donde se desarrolla nuestra concomitancia de Tenerife, esta calma nunca llega. El día a día frenético acompaña al personal sanitario para desempeñar una labor tan invisibilizada como clave para nuestra sociedad. Acompañados por una devoción y entrega por el paciente, por dar lo mejor de sí cada día, los comitentes y miembros del equipo de enfermería de UCI Pediátrica de este hospital tinerfeño nos comparten cómo llegaron a enfundarse su uniforme y hacer de esta profesión una forma de vida que cambia el rumbo de muchas personas.

¿Cómo estáis y cómo habéis vivido la pandemia?

LILI QUINTERO: Dentro de nuestra labor asistencial ha sido, sin duda, el año más complicado que hemos vivido. Muy difícil porque, a pesar de trabajar en UCI y con los retos que tenemos día a día con nuestros pacientes, jamás nos habíamos enfrentado a una pandemia. El primer fallecido en China a principios de 2020, siempre lo vimos como algo lejano y tampoco teníamos mucha información de qué estaba pasando y cómo se transmitía el virus, aunque los servicios de salud pública ya empezaban a darnos toques de atención. Cuando ya lo vimos en territorio europeo, empezamos literalmente a temblar al ver el nivel de trabajo y estrés en los hospitales. Continuamos con el optimismo de “aún es lejano”, hasta que a finales de febrero ya vimos los casos en Madrid y, de un día para otro, llegamos al hospital y nos dijeron que teníamos que sacar la prueba PCR a nuestros niños hospitalizados y poner todo patas arriba. Una vez que nuestros pacientes dan todos negativo, les trasladamos a los boxes de la unidad neonatal y empezamos a trabajar con pacientes adultos. El problema de los pacientes COVID es que son difíciles de estabilizar, además tampoco sabíamos qué tipo de tratamiento les iba mejor, fuimos probando poco a poco con distintas terapias.

QUIQUE CHINEA: De un día para otro empezamos de llevar niños a adultos, con todo lo que eso conlleva. Desde junio, volvemos a recuperar nuestra actividad asistencial con niños, con todas las restricciones que aún hoy están presentes en el hospital. Ha cambiado la forma de trabajar, solo el mero hecho de que los niños no puedan vernos la cara, regalarles una sonrisa, es algo que echamos mucho de menos.

"Normalmente la gente critica la sanidad, pero si te pones a hablar con personas que hayan tenido un problema de salud grave y que hayan estado ingresados en un hospital la cosa cambia, porque empiezas a ser consciente del trabajo que se hace. En nuestro día a día hacemos todo lo que está en nuestra mano y mucho más, los pacientes se van muy agradecidos y sus familiares también"
Quique Chinea, comitente de UCI Pediátrica y miembro del equipo de enfermería del Hospital Nuestra Señora de la Candelaria

En el ámbito sanitario la labor del enfermero y cuidador queda invisibilizada mediáticamente. ¿La pandemia ha cambiado esto?

L: Al principio, con esos aplausos diarios, se me ponían los pelos de punta. Por desgracia, quizás por el nivel informativo que tenemos en nuestra sociedad, vemos como nuestra labor ha quedado de nuevo en un segundo plano, sólo cuando realmente lo necesitas es cuando te acuerdas de temas tan importantes como la sanidad y la educación, es un problema vivir en una sociedad con tanta capacidad de olvido. Siempre nos hemos visto como la parte central de un sándwich, los del medio somos los grandes olvidados, y los de la capa superior son los médicos más visibles y con un mayor reconocimiento social. Es una profesión muy bonita, pero mal agradecida.

Queda la vocación, ¿cómo llegáis a convertiros en enfermeros?

Q: Yo quería estudiar fisioterapia, porque practicaba deporte y me llamaba la atención la recuperación de los deportistas, pero finalmente no me dio la nota y entré en enfermería. Cada día me fue gustando más, y ahora en junio cumplo 21 años como enfermero. En mis primeros días en una planta, con 30 enfermos a mi cargo, sí que me pregunté: ¿dónde me he metido? ¿Esto es lo que quiero para el resto de mi vida? ¿Seré capaz de aguantarlo? Pues sí, ya me he dado cuenta de que sí. Es una carrera que exige mucha responsabilidad, compromiso, concentración y madurez.

"En mi caso no fue vocacional, sino una historia de amor. Tenía un compañero en COU enamorado de la profesión e hicimos una competición para ver quién sacaba mejor nota, al final yo conseguí entrar y él no. Empecé la carrera sin estar segura, pero desde el primer curso con las prácticas ya se me metió en vena, me conquistaron los pacientes, en este caso no los pediátricos sino los ancianos. Hubo crisis existenciales en este camino, cuando tenía que aprender a gestionar sola situaciones muy complejas para las que no te dan ninguna preparación"
Lili Quintero, comitente de UCI Pediátrica y miembro del equipo de enfermería del Hospital Nuestra Señora de la Candelaria

¿Ya os gustaban los niños antes de ser padre y madre?

Q: No es que antes de ser padre, tengo un hijo de ocho años, no tuviera empatía pero te cambia la perspectiva y te hace valorar lo que tienes en casa, la salud y dar importancia a lo que realmente la tiene. La vida es muy frágil y en cualquier segundo puede cambiar todo.

L: Tuve una clara crisis existencial, no cuando fui madre sino tía. Me tuve que reconciliar conmigo misma y aprender a diferenciar entre la vida personal y lo que pasa en el hospital, sino no es posible tener una vida sana y feliz.

El contacto directo con el paciente deja muchas anécdotas, ¿alguna que se os venga a la mente?

L: Me acuerdo especialmente de una niña, con Síndrome de Down y una cardiopatía, que estuvo desde los 2 a los 8 meses de vida, y a la que tratamos como si fuera nuestra sobrina. También recuerdo a otro niño, hoy ya tiene 16, que cayó de una altura de más de 15 metros con un politrauma grave. Siempre recordaré la noche tan especial que pasamos durante la gala de Eurovisión, cuando acababa de despertar.

Q: Pienso en un adolescente, ingresado con 14 años por un tumor, no muy agresivo, pero que estaba en una zona comprometida, por lo que quedó tetrapléjico tras la operación. A día de hoy, con casi 20 años, viene a vernos y camina muy bien, incluso se sacó el carnet de conducir. También recuerdo a una niña que se cayó de una gran altura, con fractura de columna y con el tobillo hecho añicos, un año después la vi saltando en la playa. En el 2010, una niña irlandesa, estaba de vacaciones con su familia y es operada de apendicitis, pero finalmente tenía un trastorno mucho más grave que le hizo recibir muchas transfusiones de sangre, por lo que cuando gana España el Mundial pudo presumir de tener sangre española. El curso pasado ella ingresó en la universidad de Liverpool, para estudiar terapia social y sigue viniendo a Tenerife de vacaciones y pasa a visitarnos.

¿Cómo entráis a formar parte de Concomitentes?

Q: El nexo es a través de nuestro mediador, Felipe G. Gil, del que soy muy buen amigo desde hace muchos años. En un viaje, bebiendo una cerveza, le cuento que tengo ganas de afrontar nuevos retos en el ámbito laboral y le cuento sobre la necesidad de ayudar a los niños a conocer mejor su estancia en la UCI Pediátrica.

"Después de un tiempo me habló de Concomitentes y de cómo mi idea podía encajar, así es que convencí a las personas del equipo más afines a mí para que se unieran. Esto no fue muy difícil, ya que tres de ellas son de mis mejores amigos y la otra es mi pareja. Así es que todo parte de una conversación entre dos amigos y de una serie de casualidades que ha hecho que hoy estemos aquí"
Quique Chinea, comitente de UCI Pediátrica

¿Cómo ha sido este recorrido por estos dos años?

L: Para mí ha sido sacarme de mi zona de confort y vivir un mundo que desconocía totalmente, ha sido fantástico y una oportunidad para tener una nueva visión de lo que podemos hacer en la unidad. Tengo ganas de ver el resultado final, pero también con pena de que termine. Me encantaría continuar en contacto con las personas tan interesantes que he conocido y volver a reunirnos.

¿Un aprendizaje que rescatarías de esta aventura?

Q: Cuando te relaciones con personas de tu mismo círculo no te das cuenta de la importancia de tu propio trabajo, no le damos valor. Con este proyecto nos reafirmamos en que tenemos un trabajo muy importante, que desempeñamos una labor relevante. Me quedo también con el intercambio que tuvimos en Madrid con los comitentes de otros proyectos. Nos sentimos en el lugar dónde tenemos que estar, valorados como profesionales.

L: Cuando ya te acostumbras a ser profesional, es parte de tu día a día, y no lo ves como algo excepcional. Pero me ha dado la sensación de que no se conoce nuestra labor y valor dentro de la sanidad, como los grandes cuidadores de las personas. Me ha resultado sorprendente la curiosidad que hemos generado, por lo que destacaría la humanización de los hospitales, ayudar más a los pacientes y hacer más visible la labor hospitalaria.

¿Cómo percibís el papel del arte en el ámbito sanitario?

Q: El hospital cuenta con un presupuesto y, lo que no sea médico, queda fuera, incluido el arte. Existen muchas iniciativas, que suelen venir desde lo privado, y están conectadas con el arte, y eso es una parte del tratamiento. Tener al paciente entretenido y contento va a ayudar a su recuperación.

"Es un trabajo en el que, el beneficio de uno repercute en las demás piezas"
Quique Chinea, comitente de UCI Pediátrica

Vuestra concomitancia tiene como público a vosotros, los pacientes y sus familias. ¿Cómo trabajáis desde esta multiperspectiva?

L: Cuando empezamos teníamos clara la idea de beneficiar a los niños y a sus familias. Sin embargo, con las ideas que nos iban dando unos y otros, vimos que esto iba a ayudarnos también a nosotros para llegar mejor a nuestros pacientes. El proyecto nos va a aportar herramientas para llegar mejor a cada perfil de paciente, a los pacientes a enfrentar mejor su situación dentro de una UVI y a los padres que deben delegar y confiar el cuidado de sus hijos a otras personas.

¿Qué esperáis que quede de este trabajo una vez culmine?

Q: Como dice uno de nuestros comitentes, Ruyman, queremos que este sea nuestro legado. Nuestra aspiración no es trabajar siempre en una UCI Pediátrica, por lo que queremos dejar esta obra como principio de algo más para que, tanto nuestro hospital como en otros, se empiece a tratar no sólo la enfermedad, sino el aspecto emocional, algo que hemos comprobado con la investigación de la psicóloga, Sara Miguel. Este proyecto va a ser el principio de algo más.