"La propuesta artística dará agencia a la narrativa del sol y voz a la comunidad"
La arquitecta y paisajista, María Auxiliadora Gálvez, es la artista elegida para la producción de la obra del proyecto ‘Narrativas Solares’ de La Sobarriba (León), que busca una transición ecológica justa con el territorio. Una pieza concebida como un “pabellón”, donde quedarán registradas las luchas y frases de la reivindicación de los comitentes.
La arquitecta y paisajista, María Auxiliadora Gálvez, es la artista elegida para la producción de la obra del proyecto de La Sobarriba (León), ‘Narrativas Solares’. En esta entrevista desgrana algunas de las claves que inspirarán su producción artística.
Has dicho que la “arquitectura puede ser una forma de interconexión con diferentes vidas, no solo humanas”. Es un buen punto de partida para que nos definas tu práctica, trayectoria y visión artística.
Yo me he formado como arquitecta, pero siempre he estado muy cerca del mundo de la danza. Cuando preparaba mi tesis doctoral, que era sobre danza y arquitectura, empecé a trabajar con el cuerpo más intensamente y a dar mis clases en la universidad, utilizando la percepción o el conocimiento de la biología, y poniendo el cuerpo en el terreno para ver cómo esto se podía extrapolar a sistemas arquitectónicos.
¿Cómo conseguiste conectar dos mundos tan distintos como la biología y la arquitectura?
Esto se afinó cuando me aproximé a la disciplina somática del ‘Método Feldenkrais’, que aporta una visión muy interesante del mundo vivo, y es que el humano está muy unido, aunque nos empeñemos en separarlo, al resto del mundo animal. Nuestros patrones de movimiento y formas de percepción son compartidas con las de otros animales.
Es a partir de ahí que empiezo a aprender más de los tejidos vivos, que podemos observar en nuestro propio cuerpo, y a aplicarlos a la arquitectura. Existía un mundo transversal de conexión con seres no humanos, -porque funcionan similar y la arquitectura puede aliarse con ellos-, y empecé a trabajar en la ‘arquitectura somática’, que pretende establecer una sinergia con el mundo vivo para dar cabida a los distintos tipos de cuerpos.
¿Cómo fue el primer contacto con el mediador o el grupo de comitentes de la ‘Plataforma para la Defensa de la Sobarriba’?
El primer contacto fue con el mediador de ‘Narrativas Solares’, Alfredo Escapa. Desde el principio me interesó mucho la propuesta, porque se sitúa en esta línea que he estado trabajando, lo que denomino ‘activismo somático’, que combina la arquitectura y lo somático o corporal, así como la realización de distintas experiencias en lugares que defienden algo. A la vez, había trabajado también con el sol en varios proyectos, y en algunas instalaciones que proponían crear comunidad y colectividad, haciendo determinadas acciones en la puesta de sol en los descampados de Madrid…
‘Narrativas Solares’, primer proyecto de Concomitentes seleccionado a través de una convocatoria pública, muestra una urgencia de búsqueda de alternativas y otros lenguajes para enfrentar una transición ecológica sostenible y justa. ¿Cómo valoras, lo primero, este reto que aborda el proyecto?
Cuando Alfredo me cuenta lo que pretendían hacer con ‘Narrativas Solares’ vi que me permitía trabajar en algo que creo comprender, que ya me he preguntado antes y, además, con una comunidad que también defendía una forma de transición ecológica, no extractivista, para plantearnos cómo se puede hacer este paso yendo más allá de “el origen de la energía” y “cómo esta afecta a las personas, sociedades y territorio”.
Tu trayectoria como arquitecta y artista encaja perfecto con lo que busca el proyecto…
En parte esta conexión de mi trayectoria con el encargo artístico ha sido casualidad. Para mí es importante que toda obra sea abierta, es decir, que por mucho que tengas un bagaje e intereses, la pieza esté viva y que se construya con los comitentes. Los intereses están ahí, me interesa la ecología, el territorio, la construcción, el mundo de lo vivo… pero lo que hago también está atravesado por la idea de que “los cuerpos diversos tienen sus voces” y me interesa que esta obra de voz a los comitentes.
Concomitentes es un proyecto cultural que responde a problemáticas sociales a través de una propuesta artística, ¿cómo conectas este hacer artístico para ayudar en estos entornos?
Creo en el poder transformador del arte y de la cultura, hay una frase que siempre me viene a la cabeza cuando hablo de esto: “En una época de simplificación violenta, no puede haber ningún movimiento revolucionario sin un enriquecimiento masivo de las percepciones”, de Josep Rafanell i Orra. De verdad creo que una gran parte del trabajo es eso, enriquecer las percepciones que nos permitan ver otras sensibilidades.
Por ejemplo, ver el sol, más que como una fuente de energía, como un elemento del que prolifera la vida y genera un mundo interespecies, un germen que activa la relación de nuestra vida en el planeta… Me refiero a toda esta narrativa que el sol nos puede contar, a estas otras formas de vida y relación con las personas, de simbolismo incluso, y de la posibilidad de ir a una pieza artística para ver “qué tiene que contarte hoy el sol”.
Creo que es algo que puede ser revolucionario porque genera cambios en los imaginarios subyacentes que tenemos como sociedad y son los que nos permiten hacer o no determinadas cosas.
"El arte y la arquitectura, si de verdad les damos espacio, son un arma revolucionaria para impulsar este enriquecimiento de las percepciones, y Concomitentes tiene una labor ahí muy importante"
¿Qué significa para ti trabajar en un proyecto participativo e incorporar esta capa a tu trabajo creativo?
Es algo fundamental, hemos empezado a trabajar este pasado mes de julio cuando estuvimos una semana caminando el territorio y valorando cuáles podrían ser los lugares dónde intervenir. También ha sido muy enriquecedor ver el conocimiento y sutilezas del que disponemos en el grupo, porque hay gente fascinante...
¿Cómo han sido estos encuentros y cómo te has empapado de los deseos de la comunidad?
Estamos en pleno proceso, de hecho, el lunes tenemos reunión con los comitentes… Aparte de una discusión sobre ideas de lo que queremos hacer, sí me interesaría activar un trabajo somático en el grupo que irá alimentando la propia pieza desde su orientación, cómo se producen los movimientos de las personas en el lugar, de qué manera la pieza pueda abrir y cerrar hábitos… y cómo puede ser un lugar de activismo y recogimiento para estas reflexiones tan necesarias.
¿Qué ideas principales rescatas de estos encuentros y del intercambio con los comitentes?
La idea de conexión entre el sol y la tierra, me hablaban de que la pieza pudiera ser observatorio o un poco científica, de entender cómo el movimiento del sol va creando las estaciones; también me hablaban de la acción de andar en el territorio… Entre otras cosas, van a ser elementos que estarán presentes en la pieza.
¿Y cómo ha sido el intercambio con Alfredo que es ese nexo entre tu figura y los comitentes?
El trabajo del mediador es muy difícil pero creo que él lo hace de manera soberbia. Alfredo dice las cosas con mucha honestidad y cuidado, escucha mucho, y marca unas guías tanto para los comitentes como para mí. Hace un trabajo excepcional y reseñable.
También promueve el campo de lo posible, tienen una predisposición a colaborar sin límites. He visto una comunidad muy unida, con personas muy diversas que tienen su propia voz, que son capaces de negociar con una gran generosidad. Con todo esto, mi papel quiero que sea igual, quiero ser generosa, escuchar y poder proponer…
Creo que Alfredo tiene mucho que ver en que esto esté marchando adelante y de esta manera. Así es que el trabajo de mediación está siendo muy satisfactorio y parte fundamental en la construcción de la pieza.
¿Qué propuesta artística visualizas o cómo de avanzado está el boceto que recoge este deseo colectivo?
El encargo en origen estaba muy abierto, la base de mi trabajo es la arquitectura y danza, pero también he trabajado en arte, performance, paisaje… me gusta la hibridación de formatos. Al principio se habló de una pieza móvil, también del tamaño que tendría y valorar si sería una pieza para que alguien esté o si solo se va a ver…
El punto en el que estamos ahora es pensar en un cierto “pabellón” que va adquiriendo una geometría circular, que tiene un frente dónde está la exposición solar, -con unas escamas de piel colectivas, una especie de piel interespecies, y que van a reaccionar a la luz del sol contando historias diversas a través de la sombra variable-; y, en la cara opuesta de ese pabellón, quedarían registradas los activismos, luchas y frases de esta reivindicación de los comitentes.
Esto daría lugar a una especie de túmulo de tierra dónde la gente pueda continuar reuniéndose. Una de las partes de la pieza se hará con la artesanía de las sebes, vallas vivas, de forma que cuando vaya creciendo se creará una especie de bosque. Es una propuesta que, por un lado, da agencia a la narrativa del sol, y, por el otro, da voz a los vecinos.
Creo que puede ser muy bello, pero luego con todo el respeto de lo que pueda cambiar en el camino.
Compártenos detalles del calendario de producción para este año.
Aparte de la visita de verano y este encuentro en septiembre para discutir las primeras ideas, en noviembre tendrán lugar unas charlas con la universidad y el comienzo de la construcción colectiva del pabellón con la plantación de sebes. Además, quiero aprovechar para tener esas “experiencias somáticas” en el sitio que hemos elegido, que es uno de los comunales de la tierra de León.
"Para continuar, hay que contactar con los oficios que vayan a construir la pieza para irla definiendo con ese conocimiento. Calculo que un par de meses de trabajo más colectivo, y luego activar la producción para que al final de la primavera podamos inaugurar"
¿Cómo se va a ver reflejada la sostenibilidad en la obra?
Se está librando una batalla silenciosa de la “transición ecológica” que todos compartimos, una batalla que está siendo más dura en el mundo rural por la instalación de macro plantas, en este caso solares. Aquí hay una cuestión fundamental en la que la pieza quiere hacer hincapié: “Queremos ser sostenibles, pero ¿cómo vamos a conseguirlo?”.
La sostenibilidad no la podemos medir por el tipo de materiales o energías que vamos a utilizar, sino que hay que cambiar casi todas nuestras prácticas en relación al resto de seres vivos y la tierra que nos rodea. La pieza trata de ir a esa raíz, además de trabajar, con artesanías, oficios y materiales locales. Este activismo, de alimentar las percepciones, tiene que situarse en la base de la sostenibilidad. Hay maneras de abordar la transición ecológica que requieren de un cierto compromiso vital de nosotros con las otras especies, y esto es en lo que la pieza y Concomitentes va a tratar de poner el acento.
La obra artística resultante queda como legado de la comunidad. ¿Cómo crees esta obra puede aportar a la creación de lazos y nuevas redes en la comunidad?
Lo que me gustaría que sucediera es que la pieza la entiendan como algo de su comunidad y, como está en un lugar de encuentro y accesible en el territorio, junto a un camino, que se genere una programación espontánea de vida asociada a esta pieza y que pueda seguir abriendo prácticas. Si se tienen que reunir me lo imagino en ese túmulo haciendo un picnic. Quizás todo esto es una idealización y romantización mía, y creo que no va a depender tanto de lo que diga ahora, sino de que la hagan suya y que forme parte de su vida.
En el futuro, lo que me gustaría, es que la pieza, si va desapareciendo porque las sebes van creciendo, se convierta en un bosque orientado a la trayectoria solar, un observatorio, aunque la pieza se haya borrado. No creo en la permanencia en sí del objeto, sino de la práctica de la reivindicación y de la experiencia perceptiva que pueda promover, y eso estará en los comitentes.
Si la pieza crea vida es que habrá funcionado.