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Diario 13.12.2022

Un círculo como paisaje

El 4 de diciembre los comitentes y mediador, Alfredo Escapa, hicieron una ruta por Navafría y Solanilla, uno de los lugares donde está previsto la instalación de la infraestructura energética.



Desde hace unos meses, en la concomitancia Narrativas Solares llevamos encontrándonos en la comarca leonesa de La Sobarriba para entender cuáles son nuestros sentimientos y qué queremos hacer ante la crisis energética que ya está aquí, así como con la futura implantación de un macro parque solar en esta comarca. Tras vernos en los salones del ayuntamiento de Valdefresno y en antiguas escuelas convertidas en “teleclubs”, decidimos que era necesario pisar el terreno que iba a ser invadido por las placas solares, para ver la dimensión real fuera de un mapa. Y aunque fuese 4 de diciembre y el pronóstico del tiempo prometiese frío y nieve, nos juntamos para caminar entre Navafría y Solanilla; uno de los lugares donde se va a sentir más el efecto sobre el medio, los animales, los cultivos y las personas si finalmente se lleva a cabo esta infraestructura energética.

Los comitentes en el paseo dialogado que hicieron por la zona el pasado 4 de diciembre.
Los comitentes en el paseo dialogado que hicieron por la zona el pasado 4 de diciembre.

La nieve no apareció, pero sí un sol frío en el que nos refugiábamos frente a la iglesia. Poco a poco, nos juntamos 18 personas, que a lo largo del paseo dialogado fueron variando hasta llegar a las 20, alrededor de un árbol joven que han plantado frente a su puerta. Este círculo me recuerda, con toda la distancia y el respeto, al concejo abierto que más tarde Pope, de Navafría, nombra: “Se nos llena la boca con la palabra democracia, pero no somos capaces de hacer un concejo abierto para gobernar en nuestros pueblos, y no hay nada más democrático que un concejo abierto” (El concejo abierto es un sistema de organización en el que entidades de ámbito territorial inferior al municipio se rigen mediante un sistema asambleario donde tomar decisiones que les afectan en su cotidiano).

Esta idea de círculo, de concejo o de nuevos comunales sobrevuela de forma constante este paseo y otros encuentros que hemos tenido anteriormente. Sobrevuela como las aves que nos acompañaron durante la jornada. Daniela, de Solanilla, se detiene y nos dice: “Esas tres aves son cornejas negras. La más pequeña probablemente sea la cría. La Sobarriba es, junto con otro en Andalucía, el único territorio en Europa donde hacen cría cooperativa. Si salen fuera dejan de hacerla, así como si las introduces de fuera comienzan a hacerla”. “Cuanto que aprender”, dice otra vecina. Hay mucho de particularidad en este territorio, mucho tesoro invisible a los ojos no enseñados a ver las pequeñas cosas. Particularidades que han permitido y aún permiten que la vida, a pesar de no ser fácil aquí, sea un gozo para los sentidos. Una vida que vemos unas a otras en los ojos de estas paseantes llenas de ganas por crear algo.

El paseo completa las reuniones que el grupo de Narrativas Solares ha sostenido este año.
El paseo completa las reuniones que el grupo de Narrativas Solares ha sostenido este año.

Ese círculo, que creamos de forma espontánea para contarnos y escucharnos, nos acompaña a lo largo de todo el camino. Como cuando paramos para ver el territorio que van a ocupar las placas solares, o cuando vemos las tierras que se van a dejar de cultivar, o cuando visualizamos los caminos vallados por los que no van a pasar corzos y jabalíes porque los animales salvajes nunca caminan por un lugar en el que la posibilidad de ser cazados es tan alta, o cuando se acerca un podenco despistado de su presa, o cuando vemos la vía de evacuación de energía que cruzará los pueblos de Solanilla, Villacil y Villavente camino de La Robla.

A ratos, también, nos quedamos en silencio escuchando otras historias. Como la de Marina, de Villavente, que cuenta como hace años, las vecinas de ese pueblo paralizaron un vertedero de basura en sus montes poniéndose a jugar la partida de cartas día y noche en medio del camino por donde venían los camiones que traían los vertidos. Esta historia habla mucho de como son las habitantes de esta tierra, y puede darnos claves para esta concomitancia.

Parte del paisaje de la Sobarriba está caracterizado por los animales que la habitan.
Parte del paisaje de la Sobarriba está caracterizado por los animales que la habitan.

En una de las anteriores reuniones alguien hablaba de lo hermoso que era el paisaje de esta comarca; Daniela, que nació en Italia, la nombró como la Toscana leonesa, y al hilo de esta frase comenzamos a hablar de sus amaneceres y atardeceres, de sus árboles y matorrales, de sus sebes, de sus paisajes de secano mecidos por el viento, de las huellas de los lobos que a veces se aventuran hasta aquí a cazar y de los manaderos de agua que brotan de las laderas.

Cuando, durante el paseo, paramos por cuarta vez y hacemos ese círculo para hablar, al norte ya se ve claramente hacia el norte la montaña central de la provincia leonesa y hacia el noreste los Picos de Europa. También, en un futuro, habrá molinos en ese paisaje. Mientras las comitentes siguen hablando, aparece en mi mente una frase de Cristina Rivera Garza que he leído hace poco: “Se sabe, por su puesto, que el paisaje no está ahí inerte y definitivo. Se sabe que el paisaje es natural sólo a medias. Lo que sucede entre el horizonte y la mirada: eso es el paisaje”[1]. Y lo que está sucediendo en este instante entre el horizonte y la mirada son estas vecinas, esta concomitancia, este círculo donde poder juntarse y contar lo que están haciendo y lo que son.

Fran, de Villavente, dijo hace unos días que tendríamos que crear un lugar común desde donde contarnos (en la amplitud que ese plural tiene), y este lugar al aire libre ya empieza a decir mucho sobre lo que somos como seres humanos y lo que somos en relación con las otras habitantes no humanas del territorio.

[1] Rivera Garza, C. (2017) Había mucha neblina o humo o no sé qué. Ed. Random House, Barcelona 

En distintos puntos de la ruta, mediador y comitentes paraban a comentar y dialogar.
En distintos puntos de la ruta, mediador y comitentes paraban a comentar y dialogar.

Cuando, al acabar el paseo, vamos a comer en la antigua escuela de Navafría ya se siente menos soledad en esta lucha de “David contra Goliat” (como dijo durante el paseo que se había sentido Carol, de Villaseca, en otras luchas anteriores más individuales), y empezamos a planificar el próximo encuentro antes de navidad en Villavente, y otra reunión para sentirnos menos “Davides” juntándonos con otros colectivos de la provincia y el estado que luchan por una transición ecológica justa, y extendemos un calendario de todo el año 2023 para co-diseñar qué queremos hacer para que la voz y el paisaje que representan las comitentes, y que por el momento está en este círculo, sean escuchados.

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