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Diario 19.03.2025

Cómo una carta transformó un proceso de mediación cultural

Así ha sido el proceso de mediación de Quásares hasta ahora



Desde hace aproximadamente un año, hemos estado trabajando en la parte más invisible y probablemente ingrata de la concomitancia Quásares. Esta concomitancia no ha sido como otras en las que hay claramente delimitado un número de personas interesadas en un tema muy concreto. Aquí, lo que había era personal sanitario interesado en mejorar el cuidado emocional de pacientes oncológicos. Y cuando decimos "personal sanitario", nos referimos a muchos perfiles diferentes: oncólogos, enfermeras, técnicas de radioterapia. E incluso personal no sanitario que está en contacto con los pacientes, como voluntarios o limpiadoras.

Dentro de lo terrible que es la enfermedad del cáncer, una de las cosas más bonitas es ver que todo el mundo, sin excepción, quiere ayudar. Es fácil trabajar en la mediación cuando la solidaridad está a flor de piel. Sin embargo, los horarios leoninos del personal sanitario y la dificultad para entender la materialidad de un proceso de mediación artística al inicio han obstaculizado la consolidación de un grupo de trabajo estable, lo que en Concomitentes llamamos "las comitentes".

Grupo de Comitentes

Construcción del grupo y exploración del proyecto

Este grupo se terminó de conformar en junio de 2024. A partir de entonces, comenzó un período de investigación en el que tratamos de acotar lo que queríamos específicamente. El "cuidado emocional de pacientes oncológicos" es un concepto muy amplio: hay muchos tipos de cáncer, distintos estadios dentro de la enfermedad y una gran diversidad en la forma de afrontar su complejidad emocional.

Este es mi segundo proyecto en un entorno sanitario, y aún mantengo la misma humildad con la que entro en estos espacios. Aquí no vale abanderar la cultura como un gesto indispensable para defender su valor, como puede ocurrir en otros contextos. Una vez que termine el proyecto podremos valorar cuánto de útil es la cultura en un entorno sanitario como este.  Pero al inicio solo cabe ponerse al servicio de lo que necesita quien está enfermo.

La mediación: un compendio de prácticas donde se mezclan rigor e intuición 

La mediación acoge un compendio de prácticas que provienen de otras disciplinas. Tiene una parte de facilitación, una parte de representación institucional, una parte de generación de relato y comunicación, una parte de resolución de conflictos, una parte de curaduría artística y,  cómo no, tiene una parte de investigación. Mi formación académica y mi experiencia me acercan más a un documentalista que a un doctorando. No pretendo hacer una distinción maniquea (¡sé que hay documentalistas que además son doctores!), pero mi enfoque es observar, anotar y tratar de entender cómo se despliegan los cuidados emocionales desde un lugar intuitivo, tratando de desvelar qué historias merecen la pena ser contadas y por qué. 

Una de las mejores cosas que hace la mediación es romper con el mito del "autor romántico", esa idea del artista como alguien inmune a los contextos sociales que de repente dice "Eureka" y tiene una idea genial surgida de la nada. Sin embargo, tampoco se trata de ocultar que hay determinados procesos en los que algo hace click. Son momentos en los que alguien se da cuenta de algo, fija una intuición y la convierte en la idea sobre la que posteriormente se podrá construir un proyecto entero.

La carta encontrada
La carta encontrada

Un hallazgo inesperado: las cartas de las pacientes

En este ejercicio de investigación intuitiva, observación y documentación, eso fue lo que ocurrió uno de los días. Tatiana y Lucre, dos de las comitentes, me mostraron los cubículos donde se cambian los pacientes que están a punto de recibir radioterapia. Son espacios muy pequeños, de un metro por un metro. Al entrar, los vi llenos de cartas, y la sensación fue muy poderosa. Aún sin ser paciente oncológico, me puse en el lugar de quien está a punto de recibir una sesión de radioterapia y comprendí que esas cartas, dirigidas al personal sanitario en agradecimiento por su trabajo, en el fondo arropaban a otros pacientes.

Pregunté por ellas, y me explicaron que, por motivos de protección de datos, privacidad y, en algunos casos, limpieza, se retiran periódicamente. Fue entonces cuando sacaron unos archivadores donde se almacenaban cartas de los últimos 25 años. No creo exagerar cuando digo que estamos hablando de la historia de la sanidad de Sevilla. No porque sea algo singular (en todos los hospitales, públicos o privados, hay personas que expresan gratitud por el trato recibido), sino por el hecho de que aquí se han conservado y por la cantidad de conocimiento que contienen.

Algunas cartas son poéticas, otras gerenciales y agradecen desde ael director del hospital hasta a los celadores. Algunas son religiosas, otras laicas pero espirituales. Unas te hacen reír, otras te estremecen. Pasé horas leyéndolas, entre lágrimas en muchos momentos. Había una constante en todas ellas: el profundo agradecimiento al personal sanitario. Se nota que no es algo instrumental o corporativo, sino una expresión genuina de gratitud. En una de esas cartas, una paciente se refería al personal sanitario como sus "quásares", citando un libro de Punset:

"Para mis quásares… Te mando una corta reflexión sobre los quásares… cuerpo celeste que tiene una apariencia estelar y que, en el telescopio, aparece como una débil estrellita. Sin embargo, observados con el radiotelescopio, muestran una emisión energética comparable a la de una galaxia íntegra. Los quásares son los objetos más luminosos conocidos en el Universo y su energía equivale a la de un billón de soles. Eres un quásar en la Tierra y, al igual que él, emites esa intensa luz de una forma desinteresada y altruista".

Arte para aprender a convivir con el cáncer de otras maneras

Lo que estas cartas también revelan, más allá del agradecimiento, es la incomprensión y el miedo que muchas veces acompaña la enfermedad. No solo cambia el cuerpo y la energía de los pacientes, sino también sus relaciones sociales. Desgraciadamente, muchas personas no saben cómo acompañarlas. El tabú y el estigma generan muros invisibles.

Por eso, junto con el grupo de comitentes, hemos decidido llevar a cabo dos intervenciones artísticas: una serie de ilustraciones que desdramaticen la enfermedad desde el humor (un humor trascendental, reflexivo y tierno) y un mapa sonoro de testimonios que sirva como espacio de apoyo mutuo entre pacientes. Aún queda lo más importante por hacer. El viaje es complejo y largo. Pero siempre podremos decir que el camino se esclareció gracias a una carta.